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El crecimiento poblacional humano altera los paisajes, facilitando las interacciones y consecuente transmisión de patógenos entre humanos, animales domésticos y animales silvestres. Dra. Sophia Di Cataldo

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El crecimiento de la población humana está transformando nuestros paisajes, lo que a su vez facilita la interacción y la transmisión de patógenos entre humanos, animales domésticos y fauna silvestre. No es un secreto que estamos experimentando la mayor densidad poblacional de la historia, y esto tiene repercusiones directas en la naturaleza que nos rodea. Los seres humanos requieren espacio, hogares y calles, lo que lleva a reemplazar áreas naturales por infraestructuras urbanas. Sin embargo, los animales silvestres también necesitan lugares donde vivir y alimentarse. La conversión de montes y praderas en zonas urbanas ha forzado a estos animales a buscar nuevos hábitats, y cada vez es más común ver zorros, pumas y otras especies en patios, calles y espacios comunes. Recientemente, se difundió un video de una comadreja avistada en el centro de la ciudad, lo que ilustra cómo estos animales intentan adaptarse a la intervención humana en lo que solía ser su hogar.

Estos encuentros no solo generan contenido atractivo para las redes sociales, sino que también pueden dar lugar a intercambios menos favorables. Los animales silvestres pueden ser portadores de una amplia gama de bacterias, virus y parásitos—conocidos como patógenos—que pueden enfermar a los humanos e incluso provocarles la muerte. Además, los humanos también pueden transmitir patógenos a los animales silvestres, a menudo sin darse cuenta, ya que algunos pueden estar presentes en nuestro organismo sin manifestar síntomas.

La tenencia responsable de mascotas es otro factor clave que contribuye a este intercambio de patógenos. Los perros y gatos, acostumbrados a nuestra vida cotidiana, requieren cuidados específicos para llevar una vida saludable. Sin embargo, los veterinarios frecuentemente observan que la atención sanitaria necesaria para estos animales no se realiza con la responsabilidad debida. Las mascotas necesitan controles de salud regulares, que incluyen vacunaciones y desparasitaciones. La falta de estos cuidados puede convertir a nuestros animales domésticos en reservorios de patógenos que afectan tanto a otros animales como a los humanos. Es importante destacar que muchos patógenos, como los transmitidos por garrapatas y pulgas, pueden transferirse sin contacto directo entre los individuos.

Seguramente todos hemos visto pulgas y garrapatas en la piel de nuestras mascotas; estos insectos y arácnidos actúan como vectores, capaces de llevar bacterias y parásitos. Cuando pican o son ingeridos por otro ser, estos patógenos pueden causar enfermedad. Este problema se ve agravado por el hecho de que muchas mascotas, al no recibir cuidados veterinarios adecuados y al deambular libremente, pueden encontrarse con animales silvestres. Si estas mascotas están infestadas de parásitos, los vectores pueden caer al ambiente, buscando un nuevo hospedador, que podría ser un zorro u otro animal silvestre.

Los vectores y los patógenos que transmiten son un claro ejemplo de las consecuencias de no proporcionar a nuestras mascotas los cuidados básicos que requieren. Además, evidencian los riesgos asociados a las interacciones entre humanos, animales domésticos y fauna silvestre, provocadas por el avance humano en el entorno natural. No solo las garrapatas y pulgas son vectores de transmisión; la saliva, sangre, orina y materia fecal de los animales pueden contener virus, bacterias y parásitos que esperan infectar a otros seres vivos. Es fundamental tener esto en cuenta, ya que a menudo encontramos desechos de mascotas en parques y calles, lo cual no solo es desagradable, sino que también puede ser peligroso para la salud de otros animales y de los humanos.

La población humana seguirá creciendo, lo que significa que continuaremos necesitando más viviendas y calles. A medida que esto ocurra, los encuentros con animales silvestres, como zorros y pumas, serán cada vez más frecuentes. Por lo tanto, es vital aprender a convivir en armonía, minimizando el daño al entorno. Para lograr esto, podemos seguir algunas recomendaciones que ayudarán a reducir la aparición de enfermedades derivadas de las interacciones entre humanos, mascotas y fauna silvestre:

  • Mantener a nuestras mascotas al día con sus vacunas y desparasitaciones.
  • Evitar que deambulen sin supervisión, especialmente en ambientes naturales.
  • Si encontramos un zorro, comadreja o cualquier otro animal silvestre, es fundamental mantener distancia, no alimentarlo y evitar el contacto (no tocarlo ni manipular su materia fecal o restos).
  • Si un animal silvestre se encuentra en peligro o representa un riesgo, debemos comunicarnos con la Dirección de Biodiversidad y Ecoparque (anteriormente Dirección de Recursos Naturales Renovables) al 261-3853400.

Si respetamos los espacios de cada uno y trabajamos por mantener un ecosistema saludable, humanos, mascotas y animales silvestres podemos coexistir en armonía.